Primer Premio del Concurso «Perspectiva de Género en el Desarrollo Social»,
con el tema específico de «La equidad de género ante la globalización».
Patrocinado por el Centro de Educación y Comunicación CANTERA
y la Agenda Latinoamericana.

 

Unión por la vida, por el don de la vida
La equidad de género ante la globalización

Érika Andresa DA SILVA

 

   
 

Durante mucho tiempo, la llegada de un nuevo siglo e incluso de un nuevo milenio, era idealizada por muchos pueblos, de muchas formas y por diferentes motivos. Hemos llegado hasta este siglo XXI con prácticas que generan progreso, avances científicos y tecnológicos, cambios económicos, políticos, históricos y sociales. La mundialización, trae muchas transformaciones. Pero falta saber para qué personas está siendo construido todo esto, o a qué intereses pretende servir este nuevo orden.
La instauración de una política económica neoliberal ha intensificado la pobreza, la desigualdad y la exclusión social en todo el mundo. Este modelo favorece los intereses del imperio mundial financiero, compromete la soberanía de los países y rompe con los derechos sociales que deben asegurar por lo menos la calidad de vida para todas las personas. Además de profundizar el individualismo y la competitividad que alimentan las acciones capitalistas de opresión y manipulación.
Si la economía, el mercado y el mundo están ya mundializadas, ¿por qué entonces, no mundializar también el acceso de las personas a una sociedad más justa y fraterna, en la que todos y todas tengan oportunidades iguales a la tierra, a la alimentación, a la educación, a la cultura, al ocio, al trabajo, al derecho a la vida? ¿Por qué no proporcionar las ventajas del mundo virtual para los excluidos y las excluidas digitales? ¿Por qué no permitir que los países subdesarrollados, llamados «tercer mundo», tengan derecho a mantener su desarrollo sostenible, sin tener que someterse al FMI que esclaviza y domina cualquier tentativa de autonomía y independencia económica? O mejor, ¿por qué no globalizar la paz entre todos los pueblos, en lugar de producir la guerra y la violencia, para tener más poder y riqueza?
Para el imperio global financiero, es natural que se acentúen progresivamente las desigualdades sociales, políticas e económicas, la opresión de un pueblo para con otro, la violencia, la guerra, el racismo, el machismo, los más diversos prejuicios hacia las personas, y en particular para con las mujeres, negros y pobres. Mantener el poder sobre estas clases, edifica su hegemonía.
Durante muchos siglos, la explotación de los oprimidos y de las oprimidas, se dió de muchas formas. En el caso de las mujeres, esta discriminación ha sido todavía mayor, a causa de las diferencias físicas, porque todavía se piensa que las actividades domésticas, delicadas y relacionadas con la maternidad, son tareas específicamente femeninas. A los hombres, les son atribuidas las funciones que generan la subsistencia de la familia. Además, hay toda una trayectoria histórica que está marcada por la sumisión, violencia sexual, imposición religiosa y masculina, esclavitud, banalizacion del cuerpo, negación del acceso a la educación y participación política, explotación de mano de obra y del trabajo asalariado femenino, entre otras lacras. Con la instauración del capitalismo, muchas de estas desigualdades se acentuaron.
El sistema neoliberal es contradictorio, porque al mismo tiempo que asegura a las mujeres acceso al trabajo, construye ideológicamente la ilusión de que pondrán ascender política y profesionalmente, dependiendo solamente de su empeño y dedicación. La táctica es utilizar su fuerza de trabajo -normalmente remunerada de forma inferior a la de los varones- para generar personas consumidoras, reprimidas y manipulables. El neoliberalismo permite que ellas tengan acceso a la educación, pero evita que ocupen posiciones estratégicas respecto a la toma de decisiones. No es interesante que ellas ejerzan su papel de ser constructoras y soñadoras de un mundo mejor, luchando por una transformación radical de la sociedad...
Para que se instaure una nueva sociedad, sin clases e igualitaria, es necesario que las relaciones sociales de producción existentes entre hombres y mujeres, no sean tomadas como relaciones de poder, sino como prácticas que pueden transformar esta desigualdad globalizada que es impuesta socialmente. Para esto, primeramente, es necesario que la diversidad existente entre lo masculino y lo femenino sea respetada, y que la equidad entre los géneros se dé de forma plena en los aspectos legales, económicos, políticos, sociales, sexuales, en el acceso a la educación, a cultura y al ocio y en la igualdad de oportunidades profesionales. Es urgente y necesario pensar las relaciones sociales de forma global, teniendo como premisa la humanidad y no la estratificación entre las personas.
El modelo de desarrollo excluyente y opresor, que concentra las oportunidades entre los detentadores del capital, debe ser combatido, para que sea instaurada una nueva práctica que conciba a la persona en su integridad y en la totalidad de su vida, a través de la justicia y la participación social, respetando la diversidad de género, étnica y cultural.
Combatir la dominación, la explotación, el egoísmo, la búsqueda del lucro... que generan injusticias, guerras, ocupaciones, violencias, muertes, deben ser actitudes colectivas de hombres y mujeres que creen en un nuevo mundo, a través de la participación en políticas públicas que exijan de los gobiernos un compromiso con la realización de los derechos civiles, políticos, económicos y sociales.
Para que todos y todas tengan vida plena, es necesario luchar incesantemente para que tengan igualdad, libertad, solidariedad, justicia y paz, entre todos los pueblos de la tierra.

   
 

ÉRIKA ANDRESA DA SILVA
ESTUDIANTE DE CIENCIAS SOCIALES
MILITANTE DE LA PASTORAL DE LA JUVENTUD DE BRASIL
AMERICANA, SP, BRASIL


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