Premio del Concurso «Forjando relaciones justas»
Patrocinado por CANTERA y la Agenda Latinoamericana

Aprendiendo a convivir
Otra relació de género es posible

Úrsula SANTACRUZ CASTILLO

 

   
 

El otro mundo al que aspiramos, aquel en el que las personas puedan ejercer plenamente sus capacidades, que lleven a alcanzar el desarrollo humano, requiere como condición previa que las mujeres accedan a los mismos derechos, oportunidades y responsabilidades que los hombres, en condiciones de igualdad. Derechos y oportunidades que han sido negados por el modelo patriarcal vigente en el transcurso de la historia, que no sólo ha perpetuado las desigualdades entre hombres y mujeres sino que las ha agudizado. En el caso de las mujeres, la invisibilización y la subordinación a que han sido sometidas -en razón de su sexo- les ha configurado una identidad en función de su rol reproductor, del cual a muchas mujeres aún les es difícil desprenderse.
A los hombres, esta posición de poder les ha reportado beneficios pero también -en no pocas ocasiones- les resulta una pesada carga social y psicológica difícil de llevar, pues les exige determinados comportamientos que demuestren y reafirmen en todo momento su masculinidad.
Esta sociedad “androcéntrica” tiene repercusiones de diversa índole que se evidencian en la exacerbación de la violencia en todas sus formas, la feminización de la pobreza, el acceso desigual a los recursos, la destrucción del medio ambiente, la exclusión social, entre otras, siendo las mujeres y niñ@s la población más afectada. Todo esto variará en mayor o menor grado según la clase social, económica, cultura, etnia o religión de la que procedan.
El cuestionamiento de este orden imperante iniciado por el movimiento feminista y la lucha por reivindicar los derechos de la mujer que se viene desarrollando desde hace varias décadas, se traduce en los avances logrados por las mujeres en diferentes ámbitos de la vida y en haber colocado en la agenda política nacional e internacional la situación de la mujer en el mundo y su papel en el desarrollo.
Recorrer este camino no es fácil, porque significa desmontar una estructura ideológica que sostiene a un sistema social que, a partir del sexo, asigna características, condiciona identidades, determina roles y define espacios, a mujeres y hombres, que han sido asumidos como algo “natural”.
Como las relaciones de poder entre hombres y mujeres son el producto de una práctica institucionalizada, la construcción de nuevas identidades y relaciones de género implica:


• Replantear la concepción tradicional del “poder” que existe en la sociedad, manteniendo relaciones jerárquicas sobre alguien o algo y que se refleja en las enormes desigualdades de clase, género, etnia, edad, religión, etcétera. Transformarlo en un “poder para” acercar, construir, ”empoderar”.

• Redefinir los roles de hombre y mujer considerando la diversidad de masculinidades y feminidades. Esto conlleva cuestionar y modificar las creencias, normas, valores y estereotipos creados en torno a lo que debe ser un hombre o una mujer y que fomentan mecanismos reproductores de la desigualdad. Los agentes socializadores como familia, escuela, comunidad y medios de comunicación juegan en este aspecto un papel clave.

• Una educación centrada en las personas, basada en la coeducación, la tolerancia y la no discriminación.

• Distribuir equitativamente las tareas y responsabilidades en el hogar, de tal manera que se alivie a la mujer de la carga doméstica. Todo ello dentro de un marco de relaciones igualitarias y democráticas.

• Crear nuevos espacios y rasgos diferenciales que no supongan desvalorizaciones porpertenecer a determinado género, tarea a ser asumida por hombres y mujeres de manera conjunta.

• El control y la responsabilidad -por parte de la mujer- de su propia vida, cuerpo, emociones y sexualidad. El desarrollo, expresión y valoración de la afectividad en el hombre.

• La igualdad formal conseguida a través de las leyes debe hacerse efectiva mediante la promoción de políticas públicas con enfoque de género y de instituciones democráticas que creen las condiciones para el pleno desarrollo de las potencialidades de las mujeres.

• La sensibilización y formación de los actores sociales y económicos implicados, así como de los responsables de la planificación, desarrollo y evaluación de políticas de los estados.

• La participación igualitaria de la mujer en los procesos de toma de decisiones, unida a un proceso de concienciación entre las mujeres como colectivo .

• El acceso de la mujer al trabajo en condiciones de igualdad con una adecuada formación y calificación.

• El acceso de la mujer a la propiedad de la tierra y los bienes.

• Reescribir la historia de la humanidad desde una perspectiva de género, visibilizando la presencia de la mujer y el papel decisivo que ha tenido en las diferentes etapas de la historia.

• Acabar con todas las formas de violencia que se ejercen contra la mujer justificadas por factores culturales, religiosos, étnicos o sociales.

• Reconocer y valorar la diferencia como distintivo del principio de igualdad.

La equidad de género representa una posibilidad de transformación política, social y cultural que compromete las relaciones entre lo privado y lo público, entre el estado y la sociedad civil, y por lo tanto requiere por un lado la voluntad política de quienes tienen en sus manos la toma de decisiones a nivel institucional para la puesta en marcha de políticas en pro de la igualdad, y, por otro lado, del compromiso y militancia activa de todas aquellas organizaciones, agentes sociales y grupos que llevan a cabo todo tipo de programas, acciones e iniciativas orientadas a concienciar y promover un cambio de mentalidad y el acceso de las mujeres a oportunidades en igualdad de condiciones; así como establecer mecanismos de vigilancia y control ciudadanos para velar por el cumplimiento y ejercicio de los derechos humanos de mujeres y hombres. Todo ello sólo será posible en la medida que se vaya construyendo un nuevo orden nacional y global en el que predominen los valores de justicia social, equidad, solidaridad, democracia y paz.

 

   
 


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