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El Medio Oriente es cada vez más el centro
de la política mundial. El gobierno estadounidense pensaba que
con la victoria militar se acabarían los problemas provocados por
el régimen de Saddam Hussein. La experiencia demuestra que estaba
equivocado. En primer lugar hubo todavía más evidencia de
que las motivaciones invocadas para justificar la invasión habían
sido inventadas con el fin de justificar lo que se había decidido
por otros motivos menos nobles que los que fueron invocados. Esto creó
una situación de malestar en la opinión pública de
EEUU. Algunos empiezan a evocar el recuerdo del Vietnam. En Vietnam también
fueron invocadas motivaciones falsas y EEUU se metió en un problema
del que sólo lograron salir sin honor.
Los estadounidenses pensaban que serían recibidos como liberadores
por el pueblo. Pero el pueblo quería solucionar sus problemas sin
la presencia de una potencia extranjera que se instala y se porta como
potencia colonizadora. Está creciendo la resistencia tanto de los
chiitas como de los sunitas mientras los kurdos insisten en su autonomía.
Las fuerzas armadas están perdiendo más hombres por la lucha
de la resistencia que por las operaciones militares. Ahora están
descubriendo que tendrán que mantener una presencia militar fuerte
durante mucho tiempo y que su prestigio en la región y en el mundo
irá degradándose de forma inevitable.
En Afganistán, las fuerzas armadas de EEUU abandonaron el
país a la anarquía. Cada tribu es casi autónoma,
dirigida por sus jefes tradicionales, y el gobierno central instalado
por la fuerza militar estadounidense no gobierna nada.
Peor es la situación en Israel. Bush ha dado más
y más apoyo a la política agresiva de Sharon. Israel está
instalándose en las tierras palestinas y no respeta ningún
tratado. Dentro de poco, los palestinos estarán en su país
como prisioneros de las colonias judías. La respuesta solamente
puede ser una resistencia cada vez más desesperada. A la juventud
palestina no se le está dejando otra salida que el suicidio. Prefieren
suicidarse matando a algunos israelitas más bien que suicidarse
sin hacer nada.
La evolución actual parece confirmar la previsión
hecha por S. Huntington hace unos 10 años, de que el siglo XXI
sería de confrontación entre dos mundos culturales incompatibles,
el mundo occidental liderado por EEUU y el mundo musulmán.
Lo que más contribuye para confirmar tal interpretación
es que Bush y los representantes de su gobierno se afirman como profundamente
religiosos y hacen de su política una acción religiosa casi
mesiánica. Son convertidos que entraron en los grupos más
fundamentalistas de la famosa Derecha religiosa ligada al partido republicano
y a la que, según se dice, pertenecería hasta el 40% del
pueblo estadounidense. Bush y su gobierno creen que EEUU ha recibido de
Dios una misión mundial: la misión de dar la libertad, la
democracia y la paz al mundo entero. Creen que EEUU es la nación
más pacífica que hay en el mundo. Creen que están
llamados a liderar el mundo del bien en la lucha contra el eje del
mal. Todos los que se oponen a la política estadounidense
pertenecen al eje del mal. Al acentuar la línea religiosa de su
política Bush confirma la interpretación de la actual confrontación
en el Medio Oriente como guerra religiosa, guerra total, guerra de civilizaciones.
Después del 11 de septiembre de 2001, el eje del mal ha tomado
una figura más universal. Si bien no se ha podido probar ninguna
conexión entre Saddam Hussein y Al Qaeda, en el imaginario occidental
actual se ha producido una conexión: el eje del mal es el terrorismo.
Creen que los talibanes de Afganistán y el régimen de Saddam
Hussein en Irak eran manifestaciones del terrorismo mundial, lo que justifica
la guerra que les hicieron los representantes del Bien. EEUU lidera la
lucha contra el terrorismo, pero todos los pueblos son llamados a entrar
en la misma lucha. La Alianza propuesta por EEUU para luchar contra el
terrorismo es la forma concreta del imperialismo político de hoy.
A los gobernantes les gusta la referencia al Imperio romano que también
recibió la misión divina de imponer la paz al mundo.
Una vez decretada la lucha total contra el terrorismo, una paranoia colectiva
entró en el pueblo estadounidense. Se han suspendido las libertades
constitucionales, se ha justificado la tortura, se han suspendido los
derechos a la defensa, a la comunicación, se han multiplicado los
controles de policía y se ha llegado al absurdo de los controles
de los zapatos de los viajeros en los aeropuertos. Las autoridades han
perdido hasta el sentido de lo ridículo, tan grande es su ansiedad.
Es una neurosis colectiva que los gobernantes quieren inculcar en las
mentes de su pueblo. Creen que volviéndolos locos los protegen
contra el terrorismo. Por supuesto, al ver la extrema fragilidad psíquica
de los ciudadanos estadounidenses, los terroristas no pueden sentirse
sino más animados. Ven que sus acciones producen efectos mucho
más fuertes de lo que podían imaginar. Saben que algún
día, con acciones terroristas se podrá desmantelar el sistema
de protección neurótica del sistema.
Después del 11 de marzo de 2004 en Madrid, la misma paranoia tomó
el control de Europa. Los europeos entraron en la neurosis colectiva.
Todo esto muestra la poca resistencia de una civilización que se
cree fuerte y tiembla desde la primera amenaza. Con toda su superioridad
técnica, el mundo desarrollado tiembla ante algunos grupos pequeñísimos
que usan armas proporcionadas por ese mismo mundo desarrollado. Para los
candidatos a terroristas, esta reacción muestra la gran fragilidad
psíquica de un mundo dotado de tanta fuerza material.
El mundo occidental entró en un estado de enfermedad mental y síquica,
mostrando una gran deficiencia en la formación humana de sus técnicos.
Nada permite pensar que sea capaz de volver a la normalidad. Es el destino
de las elites de los mundos dominantes. Los medios de comunicación
se encargan de alimentar la neurosis colectiva.
En América Latina, a pesar de los esfuerzos de los medios
de comunicación, no se ha logrado inculcar todavía la angustia
del terrorismo mundial. Pero hay otra neurosis que los medios de información
cultivan con una dedicación sistemática. Se trata de la
neurosis de la violencia. Es un hecho que la violencia aumenta, sobre
todo en las grandes ciudades, y, dado el crecimiento del desempleo urbano,
es probable que la criminalidad vaya a aumentar también. El único
remedio que los gobernantes han encontrado, es aumentar la policía
y sobretodo la fuerza material de la policía. Pues la policía
no está viviendo en medio de la población. Vive en sus carros
y sus escritorios, pero no está en contacto con la población,
que no puede confiar en ella y más bien desconfía. No se
toman medidas serias capaces de dar otra orientación a la juventud
popular. Ésta sabe que no tiene porvenir dentro de la sociedad
establecida. Fueron expulsados de esa sociedad. Si los traficantes de
drogas les ofrecen una salida, ¿cómo no van a aceptarla?
Mientras los gobiernos divierten a los pueblos con la guerra
contra el terrorismo, las multinacionales están conquistando
el mundo. Cada año conquistan nuevos espacios. Quieren conquistar
las materias primas. En Chile Pinochet había entregado a
empresas norte-americanas la mayoría de las minas de cobre. Todavía
están allá. Venden la mayor parte del cobre chileno y durante
25 años nunca han pagado impuestos. Dicen que no hacen lucro, que
están perdiendo dinero. Según ellos, cada año el
balance es deficitario. No se explica cómo empresas multinacionales
son tan filantrópicas que explotan las minas de cobre sin lucro
alguno. Tampoco se explica cómo ellos pierden dinero explotando
el cobre, cuando otros hacen lucros fabulosos. Pero el gobierno chileno
tiene que tragarse la mentira y no tiene poder para imponer sus leyes
de impuestos. Para las multinacionales las leyes nacionales no valen.
El mayor escándalo está en Bolivia. EEUU quiere recibir
el gas boliviano -que actualmente es la única riqueza del país-
prácticamente sin pagar nada. El pueblo boliviano ha logrado expulsar
al presidente que estaba listo para hacer la operación y firmar
el acuerdo. Ahora el sucesor quiere hacer lo mismo. ¿Se necesitará
una nueva insurrección del pueblo indígena? Lo que pasa
en Bolivia es una indignidad sin nombre, y el gobierno de EEUU quiere
imponer el hambre al pueblo más pobre del continente americano,
sacando provecho de la misma debilidad del Estado boliviano. En donde
hay reservas minerales, las multinacionales quieren ser las dueñas,
y van conquistando las materias primas a partir de los gobiernos más
débiles.
Las multinacionales quieren dominar el mercado de los productos agrícolas.
Están destruyendo la agricultura de América Latina. En México
la comida básica es el maíz, pero ahora, después
del TLC, más del 90% del maíz que comen los mexicanos, es
estadounidense, porque las compañías de EEUU han conquistado
el mercado, y los agricultores mexicanos están en la más
atroz miseria. De la misma manera quieren destruir toda la agricultura
local e imponer sus productos. Lo hacen mediante los subsidios del gobierno
a su agricultura, de tal suerte que sus productos resultan más
baratos. En segundo lugar están tratando de introducir semillas
transgénicas de las que tienen las patentes. Una vez que los agricultores
latinoamericanos adoptan los transgénicos, caen en la dependencia
de las empresas multinacionales que son dueñas de las patentes.
Aquí reina la Monsanto que ya ha conquistado gran parte de la agricultura
gracias a sus transgénicos. Al principio no piden royalties, pero
después de conquistar el mercado podrán imponer sus condiciones
y América Latina será la República de Monsanto, y
todos comerán productos Monsanto.
Las multinacionales conquistan el sector bancario, el sector de
energía y transporte, el sector químico,
el sector de la comunicación y de la cultura. En
pocos años más ya no habrá nada que sea de procedencia
nacional o pueda depender de nacionales. El país entero estará
en manos de multinacionales que buscan su lucro y no se interesan por
el bien del pueblo. Por lo demás disponen de innumerables métodos
para no pagar impuestos o pagar muy poco.
Si se llega a concretar el ALCA, ya no habrá nada en la
economía que pueda ser controlado por los gobiernos nacionales,
y éstos estarán en la dependencia total mediante los tribunales
encargados de dirimir los procesos entre gobiernos y multinacionales.
Un gobierno nunca ganará un proceso intentado por una multinacional.
Es lo que se ha visto ya en el tratado del NAFTA que une EEUU, Canadá
y México. En este momento el ALCA encuentra resistencia, sobretodo
porque EEUU no quiere hacer ninguna concesión y no quiere dar a
los otros países los derechos que EEUU reclama para sí.
El ALCA es un tratado hecho para someter los Estados al poder de las multinacionales.
El tratado debía ser firmado en 2005, pero es difícil que
se llegue de hecho a mantener esa fecha. Excepto si EEUU pone toda su
fuerza militar y política para imponerlo.
Confiando poco en un acuerdo multinacional como el ALCA, EEUU ha firmado
acuerdos bilaterales con Chile y naciones centro-americanas, y la tendencia
dominante consistirá en multiplicar tales acuerdos bilaterales.
¿Cómo anda la resistencia a la conquista del mundo por
EEUU? En 2004 el Forum Social Mundial reunió muchedumbres sobre
todo asiáticas en Mumbai en la India. En enero de 2005 el Forum
Mundial se reúne de nuevo en Porto Alegre. Tales asambleas muestran
que hay en los pueblos organizaciones que luchan por otro mundo. Pero
ellas aún no constituyen fuerzas políticas capaces de actuar
a escala mundial. Lo que pueden hacer los gobiernos nacionales es muy
limitado, porque las grandes decisiones se toman en otros lugares. Las
fuerzas financieras mundiales están bien organizadas y pueden ejercer
presiones irresistibles. Los movimientos sociales no constituyen fuerzas
sociales que puedan efectivamente presionar a EEUU. No se han organizado
fuerzas populares a escala mundial.
Puede ser que esta organización de fuerzas populares sea imposible
sin la ayuda de gobiernos nacionales que puedan oponer una cierta resistencia
a la voluntad de EEUU. Por el momento tal fuerza aún no existe.
En la guerra de Irak, Francia y Alemania, asociados a Rusia, trataron
de mantener una cierta distancia y no quisieron mandar tropas. Sin embargo
otras naciones europeas lo hicieron, cediendo a la presión estadounidense.
De todos modos las naciones europeas están demasiado asociadas
a EEUU y no pueden ofrecer un polo de resistencia. En el futuro, China
podrá constituir tal polo, puesto que llegará a constituir
un frente unido con las naciones de Extremo Oriente, incluso con Japón.
Dentro de unos 10 años, el bloque de Extremo Oriente tendrá
más fuerza económica que EEUU y podrá ser punto de
apoyo de movimientos sociales mundiales para contestar el dominio de las
multinacionales occidentales. EEUU todavía podrá tener la
superioridad militar, pero sin superioridad económica, la superioridad
militar no será suficiente para mantener el sistema imperial. En
este momento el crecimiento de China impresiona. Pero aún hay una
gran incógnita: ¿cuál será la opción
China una vez que tenga superioridad económica? Sería la
primera vez en la historia del mundo que el liderazgo fuera tomado por
el Extremo Oriente, no sabemos cual será el modo de ejercer el
poder de ese nuevo conjunto. Pero está cada vez más claro
que en pocos años más el liderazgo mundial va a cambiar.
¿Qué pasa en América Latina?
Las elecciones de los últimos tiempos mostraron que los pueblos
querían un cambio: querían más autonomía nacional,
menos dependencia de EEUU, menos desigualdad social, menos pobreza. Votaron
por candidatos de cambio. En la práctica sólo hubo desilusiones.
En lugar de cambio hubo continuidad. Hubo movimientos políticos
importantes por parte de los indígenas en Ecuador y Bolivia. Lograron
sacar al presidente, ganar las elecciones, pero el nuevo presidente no
cambia nada: prometen más independencia del FMI, pero luego caen
en la trampa del FMI y se someten. En Brasil la desilusión fue
muy grande. Nadie había imaginado que el nuevo presidente se rindiera
con tanta facilidad al FMI.
Como siempre el FMI impide cualquier progreso social, porque limita cualquier
inversión social. Al imponer su programa de austeridad y de prioridad
dada a la lucha contra la inflación, el FMI es el que define el
presupuesto del Estado. En Argentina el nuevo presidente al principio
mostró pruebas de mayor autonomía, pero luego tuvo que ceder
también. El gobierno de América Latina, por el momento,
es el FMI, a pesar de la protesta de los pueblos. Las últimas elecciones
han mostrado que el pueblo no tiene ninguna posibilidad de imponer su
aspiración dentro del sistema mundial actual.
La democracia en A.L. se revela cada vez más como un juego de diversión
popular sin consecuencia práctica. En la práctica el gobierno
hace lo contrario de lo que prometió. Uno puede preguntarse si
los presidentes tienen siempre un revólver en la nuca, revólver
en manos de un agente secreto estadounidense que les impone lo que deben
firmar.
En realidad, los presidentes que quieren un cambio, se encuentran con
la oposición cerrada de las élites tradicionales y no se
animan a entrar en conflicto con ellas. El único que entró
en conflicto fue Hugo Chávez en Venezuela. Con el apoyo de las
masas pobres, logró sobrevivir hasta hoy. Pero, parece que los
obstáculos que encuentra, sirvieron para angustiar a los demás
presidentes. Ni Lula, ni Gutiérrez, ni Kirchner se atrevieron a
dar un paso siquiera en una confrontación con las élites.
El problema sigue igual: las élites lograron impedir que la Independencia
frente a las metrópolis entregara el poder a la mayoría
popular. Después, nunca más quisieron ceder siquiera una
parcela de su poder. Las sucesivas Repúblicas nunca cambiaron nada:
siempre mandan los mismos, siempre una pequeña minoría tiene
el control de toda la riqueza del país. Son esas élites
las que entregan la economía del país a las multinacionales.
Lo que sucede hoy día es una nueva versión de lo mismo.
¿Qué hace la Iglesia en el contexto
actual? En general podemos decir: ella no hace nada. Hace años
que el Papa no gobierna y la Curia continúa repitiendo lo mismo:
la prioridad aún es el «programa por la vida», o sea,
la repetición de la moral tradicional en materia sexual, acentuando
la oposición a la cultura actual. Teológicamente, la atención
de la defensa de la fe se dirige hacia los teólogos del diálogo
con las religiones: los casos de Jacques Dupuis, y Juan José Tamayo
son ilustraciones de esa preocupación. Se trata de salvar la identidad
católica, preocupación dominante del presente pontificado.
El Papa no se muere, pero con la ausencia de gobierno paraliza la Iglesia.
Los movimientos constituyen el elemento activo: Opus Dei, Legionarios
de Cristo, Focolarinos, Schoenstattianos, Carismáticos de diversas
obediencias y otros, son cada vez más importantes, y la Curia escoge
siempre más obispos de entre sus organizaciones. Por lo demás
los obispos se dedican a la administración de sus diócesis
y tienen poca importancia en la sociedad. Lo mismo vale del clero. El
Papa había entregado la tarea de evangelizar a los movimientos
y nada ha cambiado. Los últimos obispos de Medellín y Puebla
se han retirado. Ya sólo quedan los obispos de Juan Pablo II. El
resultado es el gran silencio: no tienen nada que decir. El clero está
fuera de los debates, y trata de defender su moral tradicional dentro
del pequeño rebaño fiel.
La huida de millones de católicos hacia otras denominaciones cristianas
u otras religiones, sobre todo hacia las iglesias pentecostales está
aumentando, hasta el punto de despertar ansiedad en la jerarquía.
En la última reunión el CELAM sugirió la reunión
de una nueva Conferencia General latinoamericana de obispos para tratar
el problema de la deserción silenciosa de millones
de católicos que se acentúa, y para buscar remedios. Se
sabe que no todos los sectores de la Iglesia aceptan la idea de una nueva
Conferencia General: por ejemplo, los cardenales latinoamericanos de la
Curia se oponen. La reunión podría ser planeada para 2005
ó 2006. Pero la enfermedad del Papa constituye un obstáculo.
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