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Las personas se relacionan con las simientes
nativas o criollas, de una manera afectuosa. Instintivamente, o por la
mediación simbólica en los usos y costumbres, las personas
saben que las simientes cargan en sus entrañas la historia de un
patrimonio genético lleno de diversidad.
Las simientes criollas han sido guardadas, reproducidas y mejoradas milenariamente
por los campesinos y los pueblos indígenas de todo el mundo. Han
garantizado, a ellos y a toda la humanidad, la diversidad étnicoambiental
que heredamos. Han servido como alimento para el cuerpo y para las emociones.
Ellas vehiculan creencias en las relaciones místicas con lo sagrado,
unen a los diferentes cuando se hacen alimento en lo cotidiano de la vida
social, con su significado de alimento potencial que puede ser repartido
entre los que necesitan sembrar evocan la solidaridad, y son dejadas latentes
para que despierten como la genealogía de un insospechado venir-a-ser,
de una nueva o renovada relación de los seres humanos con la naturaleza.
Pero esta presencia milenaria de las simientes criollas puede quedar interrumpida.
La voracidad de las grandes empresas capitalistas multinacionales que
con-forman el nuevo imperio neoliberal, está destruyendo los lazos
afectivos entre el ser humano y la naturaleza. Las simientes criollas
están siendo masivamente sustituidas por las simientes híbridas
y, más recientemente, por las semillas transgénicas. Mientras
las simientes criollas son patrimonio de toda la humanidad, las simientes
transgénicas han sido creadas y son propiedad privada de las empresas
multinacionales estadounidenses.
¿Qué tienen de diferente las semillas híbridas y
las trangénicas, respecto a las criollas? Mientras éstas
pueden ser plantadas y reproducidas año a año, según
los intereses de los pueblos que las cultivan, las híbridas van
perdiendo su capacidad genética (vigor híbrido) de reproducción.
Como mucho aguantan dos cosechas. A partir de ahí comienzan a perder
su vigor. En esa situa-ción, el campesino se ve obligado a comprar
las simientes híbridas cada vez que quiere sembrar.
También, las simientes transgénicas son de propiedad privada
de las empresas multinacionales, a partir de la protección -mediante
patentes- como organismo genéticamente modificado. Para utilizar
esas simientes transgénicas el campesino deberá pagar los
«royalties» exigidos, podrá ser procesado jurídicamente,
y tendrá que pagar centenas de veces el valor de la licencia de
siempre normal determinada por las empresas multinacionales. Para controlar
quién utiliza las simientes transgénicas, tales empresas
crean «policías genéticas» que fiscalizan las
tierras plantadas por los agricultores. Estas policías se vuelven
más y más un instrumento de control y opresión del
«imperio» sobre los pueblos.
Ya existe la tecnología que impide que las simientes transgénicas
sean re-sembradas. Con ella, las simientes que se recogen son estériles.
Esta tecnología «terminal» -en inglés terminator-
crea mecanismos genéticos que impiden que la simiente transgénica
se reproduzca después de la primera cosecha: son las denominadas
simientes suicidas. Entre los propietarios de patentes de simientes «terminales»
están las mayores corporaciones de semillas y agroquímicos
del mundo, tales como Syngenta, Monsanto, DuPont, BASF y Delta & Pine
Land. Otras tecnologías más sofisticadas están siendo
liberadas para la utilización comercial por el Departamento de
Agricultura de EEUU (USDA), como las «Tecnologías de utilización
restringida genéticamente» (TRAITOR), que pueden ser adoptadas,
por ejemplo, en simientes modificadas genéticamente para que se
desarrollen solamente en presencia de un agrotóxico o de un fertilizante
patentado por la misma empresa que produce la simiente (cfr RIBEIRO, Sílvia,
Camponeses, biodiversi-dade e novas formas de privatização,
in CARVALHO, H. M. (org.), Sementes, Patrimônio do Povo a Serviço
da Humanidade, São Paulo, Expressão Popular, 2003,
pp. 51-72).
La artificialización continuada de las simientes por las técnicas
de manipulación y transferencia genética produce seres extraños
al universo diversificado de la naturaleza. Las simientes genéticamente
modificadas, sucesoras de las simientes híbridas, rompen la conviven-cia
armoniosa ser humano/naturaleza, eliminan abruptamente la mediación
simbólica que los granos de las simientes criollas han proporcionado
durante millares de años entre las personas y los pueblos. Estas
simientes dejan de ser herencia social, para volverse objetos producidos
por grandes empresas capitalistas del «imperio neoliberal»
al servicio del control monopolístico en la producción de
alimentos.
Hasta 2001 cinco grandes compañías del área de la
biotecnología agrícola dominaban el mercado mundial, y todas
ellas estaban entre los 10 principales fabricantes de agrotóxicos.
Estas empresas eran: Syngenta, Aventis (posteriormente adquirida por la
Bayer), Monsanto, DuPont y Dow. La Monsanto, empresa del “imperio
estadounidense”, vende en la actualidad más del 90% de las
simientes transgénicas cultivadas comercialmente en el mundo. Esas
cinco empresas, más el Grupo Púlsar, mexicano, monopolizaban
en 2000 cerca del 74% de todas las patentes agrobiotecnológicas
del mundo (...). La Du Pont y la Monsanto firmaron un acuerdo en abril
de 2002 para compartir sus patentes. Eso significa que ellas detentan
en 2004 el control del 41% de las patentes agrobiotecnológicas
de todo el mundo (cfr ibid.).
Para que las simientes transgénicas se convirtieran en un negocio
mundial capaz de ser controlado por un pequeño grupo de empresas
capitalistas multinacionales, fue necesario que se establecieran leyes
específicas sobre el derecho de propiedad intelectual relacionado
con el comercio, a exigencia de la Organización Mundial del Comercio,
OMC, sobre los 146 países miembros de esa organización,
de manera que garantizasen las patentes del material biológico.
Las leyes que defienden el derecho a la propiedad intelectual forman parte
del conjunto de medidas de reformulación económica y política
impuestas a los gobiernos de los países en todo el mundo por el
FMI, la OMC y el Banco Mundial, al servicio del «nuevo imperio capitalista»,
que se denominó genéricamente como «globalización»
de los valores y prácticas neoliberales.
El control que unas pocas empresas multinacionales ejercen sobre la producción
de simientes genéticamente modificadas o transgénicas, todavía
es considerado poco para que ellas puedan efectivamente controlar el destino
alimentario de las personas, y la soberanía alimentaria de los
pueblos. Esas empresas dominan también otros sectores que están
vinculados técnicamente con el de las simientes, como los de los
fertilizantes agroquímicos, los farmacéuticos y productos
veterinarios.
El dominio, por parte de un pequeño grupo de empresas capitalistas
multinacionales, sobre la producción de simientes transgénicas
y de los demás insumos necesarios para producirlas, determinará
directamente el control sobre los alimentos que serán ofertados
para el consumo humano y animal en todo el mundo. Eso podrá significar
no sólo una uniformización de la dieta alimentaria mundial
-más de lo que ya está dándose-, sino el dominio
de las empresas privadas sobre el paladar de las personas, reforzando
la imposición subliminal por la dieta ofertada. Esa nueva forma
de tiranía es consecuencia de la reducción creciente de
la diversidad de las simientes, así como de su artificialización
por la producción de simientes transgénicas.
A pesar de esa masiva ofensiva de los grandes grupos económicos
multinacionales del «imperio», ha habido desde el final de
la década de los 70, con intensidad y temas variables, resistencia
a esas ofensivas. Se podría resumir en cinco las áreas interligadas
en las cuales se han dado esas resistencias: defensa de la diversidad
de las simientes nativas y/o criollas, denuncia de la erosión genética
por la reducción de la diversidad del germoplasma, riesgos de la
ingeniería genética en la manipulación de la vida,
negación del derecho al patentamiento biológico y afirmación
de la soberanía alimentaria de los pueblos de todo el mundo.
La cuestión central de estas luchas sociales de resistencia está
en la defensa y restauración de la diversidad biológica
y étnica. Además, las organizaciones de la sociedad civil
en defensa del consumidor denuncian los peligros de los alimentos que
contienen productos transgénicos y exigen la intervención
de las autoridades sanitarias y ambientales para la defensa de la sanidad
humana y ambiental.
El rescate, la guarda, la reproducción y el mejoramiento de las
simientes criollas por millares de comunidades campesinas, pueblos indígenas
y organizaciones y movimientos sociales desparramados por innumerables
rincones de la tierra, ha proporcionado un nuevo alimento a la resistencia
activa contra el patentamiento de la vida y la erosión genética,
promovidos por las empresas capitalistas multinacionales del «imperio
neoliberal», que controlan las simientes transgénicas.
Al mismo tiempo que se rescatan las simientes criollas, se recupera también
saberes, espacios socioculturales, ritos, mitos y significados que quedaron
sepultados en la historia. Esas luchas de resistencia nos informan con
sus prácticas que «otro mundo es posible»...
Luchar por la diversidad biológica y étnica es reconstruir
la relación afectuosa que las simientes criollas siempre nos han
proporcionado. Al manejar una simiente conservada por los campesinos,
los pueblos indígenas y los pequeños agricultores, se estará
sintiendo la energía de la vida que atraviesa nuestra historia.
En esta perspectiva elemental y simbólica se percibirá porqué
la simiente criolla es patrimonio de la Humanidad.
- MEJÍA GUTIÉRREZ, Mario, Semillas criollas:
una mirada desde Colombia, abril de 2003, Cali, Colombia.
- GONZÁLEZ ROJAS, Aldo, Contaminación de maíces
nativos por transgénicos en la Sierra Juárez de Oaxaca,
México, UNOSJO, S.C., México.
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1. Seguem algumas instituições confiáveis
e universais que poderão ajudar com informações sobre
as sementes transgênicas, a nanotecnologia, as investidas mais recentes
do "Império" etc.
- Food First - The Institute for Food and Development Policy
Anuradha Mittal (diretora): amittal@foodfirst.org
http://www.foodfirst.org
- ETC - Action Group on Erosion, Technology and Concentration (antes denominado
RAFI)
Pat Roy Mooney: mooney@etcgroup.org
Silvia Ribeiro: silvia@etcgroup.org
http://www.etcgroup.org
- Misereor - MISEREOR-Geschäftsstelle
Bernd Nilles: nilles@misereor.de
http://www.misereor.de
postmaster@misereor.de
- FIAN - Food First Information and Action Network
- Red de Información y Acción por el Derecho a Alimentarse
Vilmar Schneider: vilmar@fian.org
http://www.fian.org
- Grain - Genetic Resources Action International
Acción Internacional por los Recursos Genéticos (Barcelona,
Espanha)
- Carlos Vicente: carlos@grain.org
- http//www.grain.org
2. Com relação à bibliografia, os seguintes textos
darão uma boa referência, pois neles se encontrará
citações bibliográficas abundantes:
- Carvalho, Horacio Martins (org.). Sementes, patrimônio do
povo a serviço da humanidade. São Paulo, Expressão
Popular, 2003.
- Paul, Helena and Steinbrecher, Ricarda. Hungry Corporations.
Transnational Biotech Companies Colonise the Food Chain. London, Zed Books,
2003.
- Keller, Evelyn Fox. O século do gene. Belo Horizonte,
Crisálida, 2002.
- Riechmann, Jorge. Cultivos e alimentos transgênicos: um guia
crítico. Petrópolis, Vozes, 2002.
- Perrière, Robert Ali Brac de la e Seuret, Franck. Plantas
transgênicas: uma ameaça aos agricultores. Petrópolis,
Vozes, 2001.
- Altieri, Miguel A. Biotecnologia Agrícola: mitos, riscos
ambientais e alternativas. Petrópolis, Vozes, 2004.
- Ho, Mae-Wan e Ching, Lim Li. En defesa de um mundo sustentable sin
transgênicos. Londres, Grupo de Ciência Independiente/
Institute of Science in Society/GRAIN, 2003.
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