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Un mundo en el que se escucha por todas partes que «otro
mundo es posible», no es exactamente el mundo de los años
90, ni mucho menos
Es un mundo diferente. Algo ha cambiado desde
aquella terrible década de los 90, cuando todas las esperanzas
parecían haber desaparecido y las fuerzas populares no eran capaces
de convocar ni siquiera de convocarse. Cuando en el ya tercer Foro Social
Mundial de Porto Alegre de 2003 se han reunido más de 100.000 personas,
de entre las cuales 20.700 eran delegadas de 5.717 organizaciones pertenecientes
a 156 países, con 4100 periodistas acreditados provinientes de
51 países, con 1700 actividades programadas (tantas que de hecho
no pudieron realizarse más que 1200), y con un campamento juvenil
de 25.000 jóvenes, algo nos está diciendo que estamos en
otra época distinta de aquellos «terribles años 90».
La época del desfallecimiento utópico y de la parálisis
de la militancia, hay que darla por superada. Es necesario despertar a
una nueva militancia, a una militancia para ese otro mundo
que decimos que es posible. No se trata en realidad de otra militancia,
sino de la de siempre, la de la utopía y del compromiso, la de
la entrega y la esperanza, la de los buenos militantes de siempre, pero
una militancia retomada, renovada, reencarnada en estos tiempos nuevos
del tercer milenio que se inicia reclamando el otro mundo posible.
¿Cómo debería ser esta nueva militancia? Señalemos
sólo algunos elementos.
I. Memoria y utopía
-Una militancia que se mantiene arraigada en la memoria de los patriarcas
indígenas, los mártires latinoamericanos, las luchas de
los movimientos populares, los próceres de las independencias de
nuestros países, las luchas revolucionarias de liberación
Y la diaria resistencia laboral, de barrio, de comunidad eclesial, de
humilde servicio sindical, de terca pequeña asociación...
-Con una memoria que no se avergüenza de esta sangre ni de estas
luchas, una memoria que, al contrario, se siente orgullosa de ese inmenso
caudal de heroísmo y generosidad de esa nube inmensa de testigos,
que nos rodea con su ejemplo y nos arrastra con su energía;
-Una memoria viva, no arqueológica: que no nos hace ser centinelas
de los mausoleos de los mártires, ni repetidores de un pasado que
no puede volver, sino continuadores de una tradición viva, de una
herencia que exige tanta fidelidad cuanta creatividad.
-Con una personalidad curada de la depresión que se abatió
sobre la militancia en «los terribles años 90», consciente
de que «aunque siga siendo de noche», «ya es madrugada».
En una generación de militantes nuevos, sin traumas por el «fracaso»
infligido a la izquierda en los años 80, que saben identificar
ese «fracaso» en su justa realidad y en sus verdaderas causas.
Militantes que se confiesan «soldados derrotados de una Causa invencible»,
firmes y fieles a prueba de todo, «como si vieran al Invisible».
II. Identidad-opciones y Causas
-Las Grandes Causas de la Patria Grande siguen estando ahí, eternas
y siempre nuevas: la Causa Indígena, la Causa Negra, la Causa Popular,
la Causa de la Mujer y la Causa ecológica.
-La Opción por los Pobres seguirá norteando para siempre
la espiritualidad de los militantes de «espíritu latinoamericano»
de todos los rincones del planeta. No una opción «preferencial»,
que degrada la radicalidad dialéctica de la opción («optar
por los pobres y contra los que están contra los pobres»)
a una simple cuestión de preferencia cronológica («a
los pobres primero, pero a todos igual»).
-La Liberación seguirá siendo la perspectiva, la hermenéutica
en la que enmarcarlo todo: análisis de la realidad, filosofía,
estrategias
Si hace treinta años la liberación, en
un mundo todavía fragmentado era concebida como un asunto y una
tarea fundamentalmente locales (emancipación de cada país
respecto al sistema mundial capitalista) que se articulaban concatenadamente
(«si Nicaragua venció, El Salvador vencerá»,
la teoría del dominó), hoy la liberación es una aventura
fundamentalmente global, mundial. Somos un solo mundo y padecemos la misma
opresión global. La liberación es la liberación única
del mundo, emancipación respecto al sistema único mundializado
que nos atenaza, reacción conjugada de todos los pueblos contra
cualquier tipo de neoimperialismo.
-Actitud permanentemente revolucionaria, en el sentido fuerte y profundo
de la palabra. No se trata lógicamente- de una actitud bélica,
sino radical y clarividente, sustancialmente alternativa al sistema, sin
componendas, pactos o reformismos. Una revolución que ya no se
producirá por la toma del poder por la vía de las armas,
sino por la vía de la conciencia de la sociedad. El valor de la
información y de la comunicación, como momento ideológico
del proceso social de liberación, como práxis y práctica
teórica, es y será cada vez mayor.
-El método latinoamericano (intelectual, ideológico, teológico,
pedagógico
) sigue y seguirá siendo el de «Ver-Juzgar-Actuar».
Tener siempre la pasión de partir siempre de la realidad, y de
volver siempre a ella.
-La Patria Grande latinoamericana no puede disolverse en la Patria Mundial,
sino incorporarse activamente a ella. Debe hacer su aportación
propia a la Patria Mundial, que es responsabilidad de toda la Humanidad.
II. Nuevas actitudes
-Mundialidad: Estamos en ese otro mundo que se sabe unificado y que camina
hacia una unificación cada día mayor. Un solo mundo. Ya
no cabe seguir viviendo en «nuestro pequeño mundo»,
con una preocupación por «lo internacional». Ya no
es posible considerar nuestra región, nuestro país, nuestro
Continente, como «nuestro mundo». Nuestro mundo es y debe
ser, cada vez más, el mundo global.
-Ya no se puede afirmar aquella dicotomía de «piensa globalmente
y actúa localmente»; estamos en un mundo nuevo donde por
primera vez es posible un compromiso en la globalidad. Somos la primera
generación en la que a la mayor parte de sus miembros les es posible
asumir un compromiso en la mundialidad. La nueva consigna es: «piensa
globalmente y piensa localmente, actúa localmente y actúa
globalmente».
-Renovación de nuestras coordenadas y referencias. Por una parte
debemos ser encarnados, pero por otra debemos sentirnos ciudadanos del
mundo, con una cierta «desterritorialización» y una
asumida universalidad: nos deben doler las injusticias de cualquier parte
de la tierra, como decía el Che. La solución de cualquier
problema, por muy local que éste sea, ha de ser pensada y buscada
«en clave de mundo».
-En una época de la revolución de las comunicaciones, la
militancia ha de estar hecha muy prodominantemente de comunicación.
El militante ha de ser una persona «en-redada», comunicada
por la red (internet), que es la comunicación al alcance de los
pobres. Ha de ser una persona enredada y enredadora, que enreda a los
demás en la red.
-No se justifica ya que en este tiempo de comunicación un militante
de estos tiempos (un individuo, un colectivo, un sindicato obrero, una
comunidad juvenil
) no tenga relaciones de intercambio y de solidaridad
con militantes (individuos, colectivos, sindicatos, comunidades juveniles
)
de la misma inspiración pero de otros países y hasta de
otros Continentes. Hoy ello ya es posible fáctica y económicamente
(nunca lo había sido), sin más frontera que la lengua ni
más dificultad que la falta de costumbre y de iniciativa.
-El militante estándar necesita contar cada día con un tiempo
de «militancia telemática»: intercambiar y compartir
con otros militantes -lejanos en el planeta, cercanos en el mismo espíritu
en la lucha- informes, análisis, reflexiones, datos, interpretaciones,
campañas, convocatorias
la formación permanente va
a pasar principalmente por los materiales compartidos por la red. La agilidad
del movimiento popular va a pasar por la fidelidad a la comunicación
diaria de los militantes. El buen militante ha de ser una persona fiel
a la conexión frecuente y a la comunicación tan intensa
como la situación lo requiera.
III. Grandes estrategias transversales
En las grandes y en las pequeñas cosas, en las difíciles
y en las sencillas, en la extraordinarias y en las diarias, hemos de tener
presentes siempre las «grandes estrategias transversales»:
-La «Internacional humana» por la altermundialidad, por la
globalización integral, contra la globalización neoliberal
sesgada y excluyente (cfr Casaldáliga, pág. ).
-La actitud ecológica del cuidado del planeta, la ampliación
del concepto de prójimo hacia los humanos futuros y hacia la naturaleza
toda (cfr Víctor Viñuales, pág. ).
-El consumo responsable, hecho de austeridad y de comercio justo (cfr.
Jesús Moreno, pág. ).
-El derecho internacional, la recuperación de la legalidad mundial
destruida principalmente por el unilateralismo estadounidense, y la construcción
de un nuevo pacto social mundial (cfr Mayor Zaragoza, pág. ).
-El convencimiento de la importancia de lo simbólico, el sentido,
la utopía, los valores, la información, la interpretación,
la comunicación telemática
La el ciclo de las revoluciones
armadas concluyó hace tiempo, y estamos en el nuevo ciclo de la
transformación del mundo por la vía de la conciencia. Las
dimensiones económica y política son tan necesarias como
siempre, pero ahora estamos más conscientes que antes de la necesidad
de la lucha por transformación de la conciencia, tanto desde la
praxis como desde la práctica teórica (Vigil, pág.
).
-La «glocalidad», la globalidad como nueva localidad en la
que comprometerse, y a la vez como contexto universal ineludible de toda
localidad local.
-El antiimperialismo (o antiunilateralismo), como la forma más
actual del compromiso liberador.
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