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Hoy, en Argentina y el mundo, casi nadie duda que la Patria
esta en ruinas. El país se nos ha venido abajo. El terremoto de
la corrupción política y económica, lo ha destruido
todo. El edificio institucional del Estado ha hecho agua por
todos los lados. El peligro del caos y la disolución nacional
sigue siendo una posibilidad real, largamente anunciada por periodistas
y líderes de las iglesias.
Las elecciones de abril, dentro del círculo vicioso y perverso
de un poco más de lo mismo, fueron un fraude social
y democrático. Los gobernantes y políticos actuales,
que son los mismos corruptos de siempre, no representan al pueblo argentino,
ni les dan participación en los asuntos de Estado y del Bien Común.
El edificio de la democracia formal está en serio peligro
y se tambalea ostensiblemente. Los viejos políticos
quieren apuntalarla y fortalecerla, con la arena movediza del engaño
y las falsas promesas electorales. Afortunadamente, el pueblo ya no cree
en ellos, y sigue gritando, por activa y por pasiva, ¡que se vayan
todos!
I. Diagnóstico de la realidad
Para justificar el grito del Pueblo y de las Asambleas, vamos a recordar
la situación que dejaron los políticos, que se mantiene
aún, tristemente, en la actualidad:
a) ya son más de 20 millones de argentinos bajo la línea
de pobreza. Altísimos índices de desnutrición y
mortalidad infantil, con hambre estructural en las zonas más
deprimidas. Miles de argentinos sobreviven gracias a los humillantes
(para ellos) comedores solidarios, mientras continúan los ajustes
en los presupuestos sociales.
b) cada día aumentan los índices de desocupación
y subocupación, siendo ya alarmantes las enormes bolsas
de emigración al exterior.
c) los políticos y gobernantes nos han dejado un país,
potencialmente rico en recursos naturales, expoliado y empobrecido,
al tiempo que las arcas de la Nación entraban en
una galopante bancarrota financiera.
Miles de torres humanas argentinas, gemelas en el dolor y el sufrimiento,
han sido destruidas por los terroristas de la corrupción
y los fundamentalistas del poder económico, adoradores
de mammón e idólatras del oro del becerro.
La silenciosa mayoría de los hambrientos nos interpelan y claman
al Dios de los Pobres, exigiendo justicia y solidaridad.
El hambre y la miseria, en esta hermosa y rica tierra argentina, es un
gran pecado contra el Dios de la Vida y un delito de lesa humanidad.
La pobreza extrema de tantos compatriotas, se ha convertido en la gran
vergüenza nacional. Los países del mundo y los hermanos latinoamericanos,
nos contemplan con pena y compasión y, quizás algunos, con
desprecio e indiferencia. Todo esto nos duele y nos indigna.
Tenemos que reaccionar con urgencia. La Patria se nos esta cayendo a pedazos,
y las víctimas del desastre son, como siempre, los más pobres
y desprotegidos.
En Argentina hay demasiadas víctimas y un grupo reducido de victimarios,
causantes de la situación de hambre y de miseria de tantos inocentes.
Sería muy bueno que los señalemos y los identifiquemos con
toda claridad y sin miedo alguno.
II. Causas y causantes de la situación
El dolor y la muerte lenta de tantos crucificados en Argentina,
obedece a causas y causantes concretas e identificables. Señalemos
algunas:
a) enormes desigualdades sociales en la distribución de las riquezas
y recursos naturales, especialmente de la tierra, en poder de pocas
manos y grandes latifundistas;
b) corrupción estructural en casi todos los ámbitos públicos
del país, especialmente en los niveles político, económico
y judicial;
c) globalización económica de un Sistema,
satánico y perverso, que genera, continuamente, la exclusión
social y la pobreza;
d) problemática de la Deuda Externa y los consiguientes
ajustes de los presupuestos sociales y los recortes laborales y salariales;
e) privatizaciones sin control social, con enormes beneficios para los
gobernantes de turno, especialmente Menem, que a base de coimas
y sobornos de las grandes empresas, ha sido, con diferencia,
el principal responsable del vaciamiento del país,
y el gran Alí Babá de la cueva de los
¿cuántos? ladrones.
Todas estas causas y sus causantes, están siendo profundamente
cuestionadas por el pueblo argentino. El clamor popular, después
de la explosión social del Argentinazo, sigue expresando
su disconformidad con la gestión del Gobierno y el Parlamento,
extendiéndose al resto de los poderes e instituciones.
Todo lo anterior, sumado al aumento de la pobreza, la desocupación
y la inseguridad ciudadana, continúa sublevando el espíritu
de la gente, que está buscando alternativas para salir de la crisis,
y poder construir una sociedad y una Argentina distinta. Y para conseguirlo,
no habría otra alternativa que reconstruir y refundar la Patria,
forjando un nuevo país, auténticamente libre y soberano,
y desde un proyecto nacional, justo y solidario para todos.
Éste es el reto y éstas son las propuestas concretas.
III. Reconstruir y refundar la Patria
Hay que partir de un gran Debate Nacional. Los piqueteros
y las asambleas barriales ya lo iniciaron a partir del Argentinazo
y la Pueblada del 19-20 de Diciembre de 2001. La consigna
fue hacer una política distanciada del Estado, pero no contra el
Estado; distanciada de los políticos corruptos, pero no contra
la política, entendida como preocupación por el bien común
de la mayoría, y no sólo de un grupo de privilegiados.
El debate nacional surgió del repudio generalizado
de un modelo económico de exclusión, y que apuntaba a un
enemigo multiforme, integrado por las grandes empresas, el caciquismo
político, la justicia corrupta, la usura financiera y los medios
de comunicación monopólicos.
Una vez instalado el debate nacional, ya es más factible
iniciar el proceso de reconstrucción del país,
profundizando en las raíces que pusieron nuestros próceres,
e intentando la renovación de todos los edificios estatales,
envejecidos por el tiempo y la corrupción: instituciones, partidos
políticos y, en una palabra, la devaluada democracia formal, de
espaldas al pueblo y sin capacidad de participación.
En un segundo momento de la reconstrucción nacional,
el pueblo argentino necesitaría, urgentemente, recuperar la independencia
económica y política, hipotecada por el F.M.I. y los dueños
del poder mundial. Para ello, habría que profundizar en la Unidad
Latinoamericana y el sentido de la Patria Grande, que soñaron
nuestros libertadores.
El paso siguiente sería la refundación, que
sería garantía y exigencia para que la Argentina vuelva
a ser aquel gran país, que todos anhelamos, y que fue la admiración
de las naciones del mundo entero.
El marco de referencia para la transformación del país -no
nos cabe la menor duda- no puede ser otro que la reforma, en profundidad,
de la Carta Magna Constitucional, punto de partida para el
re-nacimiento de una nación, que debe consensuar y pactar, un nuevo
contrato social, orientado a la construcción de otro tipo de sociedad
y otro tipo de relaciones socio-económicas entre todos los argentinos.
Las asambleas barriales y las silenciosas mayorías del país,
aún no se ha expresado suficientemente sobre el proyecto de país
que quieren. El pueblo tiene aún mucho que decir y hay que darle
libertad total de expresión y posibilidad de participación
en todos los ámbitos sociales y políticos del Estado.
Sin pretender interpretar la totalidad del pensamiento popular y menos
aún, su conciencia colectiva, uno intuye que los deseos
de la gran mayoría de la población argentina, irían
por caminos y proyectos bien concretos y definidos, que podríamos
resumir en estos diez puntos:
1. Insistencia en que se vayan todos los corruptos, de todas
las instituciones del Estado, forjando al mismo tiempo, una generación
de nuevos políticos, semilla de modernos próceres, y creadores
de un nuevo país, libre y soberano, liberado de las potencias
extranjeras.
2. Reforma profunda del Estado y nueva ley electoral, que garantice
una auténtica y verdadera democracia, representativa y participativa.
3. Nuevo sistema político, que garantice la independencia económica
de los intereses financieros foráneos, insistiendo mucho en los
correctivos necesarios a la globalización económica.
4. Profundas reformas sociales en todo el país y distribución
equitativa de las riquezas naturales y los beneficios económicos.
5. Valiente y realista reforma agraria, a través
de una política justa de redistribución de
las tierras o de expropiación de las mismas, por razones sociales
y económicas.
6. Urgente y decidida reforma impositiva, incidiendo, particularmente,
en los grandes capitales, grandes empresas y grandes latifundistas.
7. Reparación histórica de los países ricos, que
podría canalizarse a través de la objeción
fiscal sobre los intereses de la deuda externa y otros
beneficios adicionales.
8. Dar cauce y canalizar el profundo sentido de la Patria Grande,
a través de mecanismos políticos y económicos,
viables y sostenibles: MERCOSUR, etc.
9. Replantear el tema de las privatizaciones, recuperando algunas para
el Estado, pero gestionadas y administradas por instituciones y corporaciones
intermedias, o empresas nacionales, solventes y solidarias, siempre
bajo el control y la participación del pueblo.
10. Necesidad urgente de un gran proyecto social, especialmente
en los ámbitos educativo, laboral y de salud, insistiendo provisionalmente,
en una emergencia alimentaria de hambre cero, a través
de una verdadera globalización de la solidaridad, tanto a nivel
nacional, como latinoamericano, e incluso a nivel internacional.
Los diez puntos señalados necesitan de un tiempo y de un proceso.
No apuremos los tiempos, ni aceleremos, imprudentemente, los procesos.
El trabajo se presenta duro y difícil. La labor debe de ser de
todos los argentinos que quieran un nuevo país. No se puede perder
más tiempo. La Patria está en peligro, y todos juntos, mancomunadamente,
podemos salvarla.
El Dios de la vida, que nos regaló esta hermosa y fértil
tierra, nos concederá la luz y nos dará la fuerza necesaria,
para trabajar, con fe y esperanza en la reconstrucción de nuestro
país, con la participación de todos los ciudadanos, que
quieran responder a la llamada de la Patria, entonando al mismo tiempo
y al unísono, con todas las naciones de la tierra, las notas inolvidables
de nuestra canción patria: y los libres del mundo, responden:
al gran pueblo argentino, ¡SALUD!
Contamos también, con la ayuda de María, que desde Luján
nos dice:
¡Argentina, canta y camina!
¡se acerca la liberación!
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