No a los transgénicos

CNBB, BRasil

 

   
 

 

Nosotros, obispos acompañantes de la Comisión Pastoral de la Tierra, CPT, ante la grave problemática de los transgénicos, y respaldados por los dispositivos legales vigentes, declaramos:
Los transgénicos son resultado de la manipulación genética que permite producir, alterar y transferir genes entre los seres vivos, rompiendo la barrera del cruzamiento natural entre las especies, creando, alterando y transformando material genérico entre vegetales, animales, bacterias, virus y humanos.


1. Con relación a la salud humana, la ingestión de granos transgénicos puede provocar aumento de alergias, resistencia a antibióticos y elevación del índice de sustancias tóxicas en los alimentos.
2. En el medio ambiente hay riesgo de erosión genética, que afectaría irreversiblemente a la biodiversidad por la conta-minación de los bancos naturales de simientes (bancos de germoplasma). Añádase a esto el aumento asustador de la monocultura y la consiguiente pérdida de la riquísima variedad y cualidad de las simientes.
3. Es también una amenaza a la soberanía alimentaria de nuestros países, por la pérdida de control de las simientes y de los seres vivos por la patentización de los mismos, convertidos en propiedad legal y exclusiva de los grupos transnacionales, que sólo buscan fines comerciales.
4. El riesgo mayor está en la total dependencia, en la destrucción y finalmente en la desaparición de la pequeña y hasta de la mediana agricultura por causa del inexorable monopolio mundial de la producción y comercialización de las simientes, que pasan a ser dominio de un pequeño grupo de gigantescas y poderosas empresas transnacionales.


El principio de no-maleficencia implica nuestro deber de evitar o impedir el mal o el daño a los otros. En el caso de la introducción masiva de nuevas tecnologías que impliquen riesgos potenciales a la salud, este principio debe estar plena-mente garantizado por medio de informaciones claras y seguras.
El principio de la justicia social, en casos de innovaciones técnicas masivas y de alto impacto social, nos lleva a pregun-tarnos quién va a resultar beneficiado y quién va a ser perjudi-cado. En el caso concreto de los transgénicos, está claro que un pequeño grupo de grandes empresas serán las grandes benefi-ciadas, con grave daño para la agricultura familiar.
El principio de la justicia ecológica impone el deber de conservar el medio ambiente para las generaciones actuales y futuras. Los transgénicos pueden representar un serio riesgo ecológico.


Apoyando la heroica lucha de las organizaciones populares del campo y haciendo eco a una de las grandes reivindicaciones del Foro Social Mundial de Porto Alegre, de buen grado defendemos que las simientes sean declaradas patrimonio de la Humanidad y conservadas en su integridad genética por las comunidades campesinas.


Itaici, 6 mayo 2003.
Los obispos acompañantes de la CPT.

   
 


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