PRIMER PREMIO concedido «ex aequo» en el
«Concurso 'Forjando Relaciones Justas'», de 2003, VIIIª edición,
convocado por el Centro de Comunicación Popular CANTERA,
de Managua, Nicaragua.
Vea la nueva convocatoria que hace la Agenda'2004 (XIª edición).

 

«Algunos caminan otros caminos»

 

Ellos tienen por lo menos,
el coraje de no ser como
todo el mundo

Jean Paul Sartre
La Edad de la Razón

 

Después de seis años de existencia del grupo «Al Otro lado del Sol» quiero documentar qué fue lo que se hizo en ese tiempo. Mi posición en el grupo es doble: soy un miembro del grupo y también soy asesor. Cuando nació la idea de constituir este grupo, entré en él. Al poco tiempo el CENAP (Centro Nordestino de Animación Popular) me colocó en el lugar de asesor del grupo.


Entré porque tenía cosas no resueltas en relación a mi masculinidad. Con la idea imaginaria de que un grupo así me ayudaría a aclarar esas cuestiones que me suscitaba el tema de la masculinidad. Y no desde el punto de vista teórico, sino desde un punto de vista personal.


Sugerí que cada uno de nosotros debería comunicar a los demás compañeros cómo fue el proceso de la forma-ción de su masculinidad. Mi objetivo era, primero, que cada uno rescatara su historia personal; segundo, percibir los trazos comunes de educación para la masculinidad; tercero, percibir que no somos masculinos por naturaleza, sino por una construcción socio–histórica; si la masculinidad es una construcción, podríamos re-hacerla.


Este trabajo mostró algunas características recurrentes en casi todos los compañeros. Por ejemplo, el padre era un trago amargo para nuestras vidas, porque era una figura de autoridad, un modelo de hombre para nosotros.


Otra cosa común era la iniciación de la sexualidad: fuimos introducidos en la sexualidad de una manera muy salvaje, porque teníamos que probar, en el inicio de la adolescencia, que nosotros éramos hombres.


Otra marca común: el miedo de ser homosexuales: éramos obligados a evitar cualquier comportamiento o actitud que no fuese «de hombres», como también a menospreciar lo homosexual.


Otro trazo muy común era la dificultad de manifestar comportamientos afectivos, de dar y recibir afecto: un hombre debe de ser racional en sus relaciones con otros hombres y con las mujeres.


Teniendo presentes estas dificultades, propuse a los compañeros que comenzáramos con dinámicas que trabajasen lo corporal y la afectividad. Pasamos a trabajar con música, movimiento, pintura… con la idea de ayudar a desvelar la dimensión del afecto.


Una preocupación grande que siempre tenía yo era la formación intelectual de los compañeros. Percibía que la formación de la afectividad era fundamental, mas no era suficiente. Percibía que se hacía necesaria una formación teórica para justificar el camino que estábamos recorriendo, y los compañeros comenzaron a buscar consultorías sobre género masculino.


Nuestra convivencia era óptima, pero llegaba el momento en que no era suficiente para lograr una intervención en la sociedad. Me preguntaba cuál sería el punto de vista de los compañeros sobre esta realidad. Su origen, con raras excepciones, era el medio popular, donde parece que todo conspira contra la formación intelectual. Terminan el segundo grado y no tienen un vocabulario suficiente, ni hábito de escribir y ni información que les abra otros horizontes. En este contexto, sugerí unas lecturas sobre género masculino.


¿Qué significa el grupo para esos jóvenes? Para todos nosotros, como colectivo y como individuos, para todos es una referencia en lo afectivo. Para algunos sólo es eso. Otros piensan que el grupo tiene una intervención social y que debe haber una actuación política.


Internamente también hemos hecho una larga evaluación de lo que el grupo hace y se plantea: una nueva organización, una nueva gestión que por sí misma posibilite una intervención política del grupo en la sociedad.


Hace dos años comenzaron a llegarnos solicitudes de tener intervención en otros grupos del movimiento social. La cuestión de la formación intelectual se impone con más vehemencia. Algunos están preocupados por la formación y buscan fuentes teóricas que les inspiren. Siento que está surgiendo lo que yo llamaría una cierta «militancia», que se expresaría de esta manera: no podemos quedarnos en este estado; los hombres -y también las mujeres- debemos mostrar a la sociedad de que aunque seamos pocos, hay hombres que ya no aceptan el modelo hegemónico de ser varón, y que están proponiendo masculinidades alternativas.


El proceso de formación como hombres nos presentó de entrada una pintura de hombre. En un primer momento, no nos sentimos parte de esa pintura. En seguida comenzamos a hacer la experiencia de mover la pintura, de irla alterando, y darle un nuevo sentido. Estamos ensayando una pintura nueva de hombre. Hemos descubierto que aquellos rasgos que nos identificaban como hombres eran una contingencia, y que podíamos crear otras contingencias para dejar de ser aquellos hombres.

 

Marcelo Augusto Veloso
João Pessoa, Brasil.

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