Influjo
cultural de EEUU en el Tercer Mundo
Syed Husin Alí
Cada mañana antes de salir para el trabajo, hojeo los
Periódicos locales comenzando por
las noticias extranjeras, que provienen fundamentalmente de las agencias
noticiosas. Por la tarde, veo en el televisor los reportajes sobre los
acontecimientos en el mundo, la mayoría de los cuales probablemente ya
han sido televisados para el público norteamericano. A veces me quedo para ver una o dos películas,
que inevitablemente proceden de EEUU. Durante la proyección, debo
tolerar las repetidas interrupciones con anuncios de cigarros u otros productos
de las multinacionales norteamericanas que patrocinan las
películas… En realidad, los medios de prensa norteamericanos
tienen un gran impacto en mi vida personal. Estoy seguro que también lo
tienen en las vidas de millones de personas en todo el Tercer Mundo.
EEUU ejerce una tremenda influencia en los países subdesarrollados a través de los de difusión masiva: televisión, radio, periódicos, revistas y libros.
La prensa norteamericana
desempeña muchas funciones importantes fuera de sus fronteras. Informa y
de una manera u otra todos dependemos de ella. En el Tercer Mundo, las
élites nacionales dependen casi totalmente de los medios de
difusión masiva norteamericanos, mientras sus pueblos ven, escuchan y
leen sólo lo que dichas élites consideran conveniente.
Aunque en EEUU los medios de
difusión masiva no están dominados por una única
corporación, las tendencias sugieren una creciente concentración
de la propiedad. Se ha indicado que en 1945, por ejemplo, el 80% de los diarios
eran de propiedad Independiente, pero ya para 1987 la proporción casi se
había revertido: 72%
pertenecía a corporaciones y 15 de éstas controlaban la mayor
parte del negocio.
A
los pies del poder y de los intereses económicos
La historia ha mostrado
cómo la prensa norteamericana sirvió desvergonzadamente al McCarthismo
en la cacería de norteamericanos
radicales, y más tarde se arrodilló ante el Hooverismo para perseguir a los activistas de los movimientos negro y
por la paz. La mayoría de los medios de prensa en ese país
estuvieron ligados a la promoción de la guerra fría en diferentes
momentos de su historia, y a la justificación de las agresiones de EEUU
en varias zonas del mundo. En cooperación con el gobierno, trataron de
ocultar en un inicio las verdaderas intenciones norteamericanas en el episodio
de Playa Girón, distorsionaron los hechos durante la guerra de Viet Nam,
alabaron el desembarco de los marines en la pequeña isla de
Granada…
Somos cautivos de las actitudes
políticas de EEUU, exportadas por sus medios de prensa, cuando escuchamos
en ellos lo relativo a las maldades de sus enemigos y las bondades de sus
amigos. En una época los héroes fueron Chiang Kai Shek, Shyngman
Rhee; después fueron Nguyen Kao Kee y el Sha de Persia. Ahora EEUU tiene
una cuadrilla nueva de amargos héroes.
De los “malos”
oíamos sólo acerca de las maldades de Khomeini, los fracasos
económicos de Cuba, la falta de democracia en Nicaragua, y muy poco
sobre las monstruosas tiranías que EEUU secundaba en Suramérica.
Ahora, como en el pasado, la prensa se suma al continuo esfuerzo por
desacreditar a líderes y gobiernos del Tercer Mundo que no están
tan dispuestos a ser sirvientes de EEUU, y se oponen a sus políticas,
incluso en temas como Palestina o las armas nucleares.
Se sabe que la prensa ha sido
utilizada en intentos de desestabilizar a muchos estados disidentes en el
Tercer Mundo, en ocasiones para reemplazar a algunos de sus líderes
legítimamente electos, por otros más proestadounidenses. Parece
como si EEUU se hallara siempre deseoso de ver su propia imagen en tantos
países del Tercer mundo como sea posible; pero Cuba y Viet Nam, por
ejemplo, también le han demostrado que no siempre puede hacer su
voluntad.
Otra
cara de la prensa
Está claro que en el
mantenimiento del statu quo político-económico
la prensa norteamericana ha tenido una notoria responsabilidad apoyando y
estimulando políticas y acciones gubernamentales. Pero se reconoce que
ocasionalmente desempeña otros roles que pueden tener un impacto
positivo en el Tercer Mundo. Hay escritores, periodistas, editores, y
radiodifusores que defienden valores nobles como la libertad, la justicia, la
independencia y la verdad. Estos valores han nutrido la tradición
revolucionaria norteamericana, alentados por los padres fundadores de esa nación
y recogidas en su Constitución.
Los herederos de esos valores han
sido capaces, pese a todo tipo de represiones, de generar algunos de los
más relevantes modelos de periodismo comprometido. Uno de los grandes
ejemplos de ello, el periodista Joseph Pulitzer, proclamó una
“declaración de principios”, que fue fustigada por los
censores del periódico al que se hallaba asociado. Hela aquí:
-Lucha siempre por el progreso
y la reforma. Nunca toleres la injusticia o la corrupción. Llucha
siempre contra los demagogos de todos los partidos. Nunca pertenezcas a ningún partido. Siempre oponte a las clases
privilegiadas y a los saqueadores públicos. Que nunca te falte la compasión hacia el pobre. Mantente siempre
consagrado al bienestar público. Nunca te sientas satisfecho con la simple
publicación de la noticia. Sé siempre drásticamente
independiente. Nunca tengas temor de atacar lo mal hecho, ya sea por parte de
la plutocracia depredadora o de la pobreza depredadora.
Hoy día, en los
países subdesarrollados frecuentemente es el Estado quien controla los
medios de prensa y éstos funcionan fundamentalmente para legitimar a las
clases dominantes. Aunque por lo general se proclaman libres, en realidad
están asfixiados por leyes y regulaciones que se burlan de esa proclamación.
A los escritores y periodistas
leales a aquellos valores se les hace difícil, si no peligroso, ejercer
sus derechos y responsabilidades. Para lograrlo, no tendrían más
alternativa que criticar a sus propios gobiernos autoritarios. Inevitablemente,
afrontarían las amenazantes consecuencias derivadas de sus acciones.
En EEUU, una pequeña casta
de escritores, periodistas y difusores de radio y televisión han
demostrado coraje y objetividad en la denuncia de todo tipo de perversidades
cometidas en su país y en otras áreas del mundo. La manera en que
realizan ese trabajo refleja el espíritu de la “declaración
de Pulitzer”. Su labor posee un considerable impacto en el Tercer Mundo,
no sólo por sus revelaciones, sino por la valentía,
dedicación y excelencia probadas en lo que escriben y reportan.
¿Cuál es el
impacto social y cultural de los medios?
La televisión parece poseer
ahí un papel más preponderante que el de la prensa escrita. Las
transmisiones en vivo de los últimos sucesos en China o la final de una
copa mundial en Europa, pueden verse casi simultáneamente en la Casa
Blanca, en una favela de Rio de Janeiro y en una barriada pobre de Kuala
Lumpur. Su influencia positiva podría intensificarse mediante programas
televisivos de alta calidad educacional y cultural. Sin embargo, cada vez
más, la televisión funciona “comercialmente”. Tras sus programas, sobre
todo los de entretenimiento más populares, está el patrocinio de
corporaciones multinacionales muy involucradas en el negocio de la publicidad
agresiva, que los utilizan para promover sus productos e imágenes.
Buena porción de los
programas patrocinados reflejan la cultura, estilos de vida, valores y gustos
básicamente occidentales o norteamericanos, a los que se les atribuye un
alto status o prestigio. A veces esos dramas y musicales son imitados por las
producciones locales no sólo en la forma, sino en el contenido. Es tal
el influjo de los programas norteamericanos y de los norteamericanizados sobre
los más extensos y diversos estratos sociales y grupos de edades, que
muchos de ellos no parecen capaces de distinguir entre la modernización
y la occidentalización, y entre lo que puede enriquecer o matar su propia
herencia cultural.
La obsesión por la violencia y el sexo en las subculturas de la industria del
entretenimiento resultan lo más exportable. Las sociedades
subdesarrolladas son nuevas en esto y una parte considerable de la juventud es
presa de una visión idealizada de la sociedad estadounidense. Los
publicistas amplifican los patrones de manera que modos de vida ostentosos,
consumistas e individualistas se proyecten como los convenientes para la
población predominantemente rural de los países pobres.
Los medios de difusión norteamericanos
compiten directamente con los editores y escritores de los países y
regiones del Tercer Mundo. Las marcas de sus multinacionales son
términos familiares. Las personas pobres invierten sus escasos ingresos
en comprar esos “prestigiados” productos. Todo esto provoca
impactos nocivos de largo alcance sobre el desarrollo social y cultural de los
países pobres. La mayoría de ellos vivieron bajo el dominio
colonial. Ahora batallan por el progreso no sólo económico y político,
sino también sociocultural. Para ello, conservar las tradiciones desde
una óptica nueva y progresista, es tan importante como la
asimilación de la ciencia y la tecnología occidentales.
Las personas en el Tercer Mundo debieran decidir por sí mismas lo que conviene para su propio desarrollo. Sólo lo lograrán si consiguen zafarse del abrumador poder económico-político del eje del capitalismo global.